domingo, 29 de junio de 2014

Noche estrellada



 

 

Eran las cuatro de la madrugada, esa hora en la que no se sabe si es muy tarde o muy temprano, mi sola compañía eran las estrellas y el resplandor de una luna llena que se esforzaba en acunar el descanso de los soñadores en sus sueños.

Estaba fumándome un cigarrillo, un fino hilo de humo se alzaba por encima del cigarrillo que se iba quemando entre calada y calada, me quede mirando como desaparecía como queriendo alcanzar las estrellas, no corría ni una sola brisa de aire aunque la temperatura era bastante agradable para ser comienzo del verano, el silencio de la noche lo rompían de vez en cuando el cantar de algún grillo y alguna cigarra como dando la bienvenida a las añoradas noches de verano, a la vez de hacer alguna conquista amorosa con sus cantos.

Mis pensamientos se perdían al igual que se difuminaba el fino hilo de humo y los círculos que se formaban al expulsar el humo por mi boca, siempre con la mirada hacia las estrellas intentando convencerlas para que atraparan algún pensamiento, pero no hubo respuesta por parte de ninguna de ellas, lo intente con la luna, a esta le pedí que me devolviera algunos de mis sueños perdidos, pero creo que estaba bastante ocupada en iluminar los sueños de los que a esas horas dormían.

Durante un instante pensé mirando al cielo estrellado… ¡Y Si viese alguna estrella fugaz! ¿Qué deseo le pediría? No soy persona que crea que lo que deseamos se nos vaya a cumplir por tener la suerte de ver una estrella fugaz, pero bueno el sueño no se apoderaba de mi y porque no soñar despierto, me recosté sobre una silla con los pies en lo alto de otra mirando al cielo, mi vista alcanzaba a ver de vez en cuando las luces de algún avión que otro, pero ni rastro de ver esa estrella fugaz que fuera capaz de hacer realidad mi deseo aun no pensado, mientras apagaba el cigarro y expulsaba la ultima bocanada de humo haciendo un gran círculo, en ese instante me vinieron las fragancias de los olores de la primavera que se había despedido, mientras el circulo iba tomando una forma más grande y como si de un punto de mira se tratase, vi a través de él durante unos segundos como dos estrellas fugaces atravesaban el cielo estrellado y con sus resplandores dejaban ocultas tras sus colas iluminadas de luz a las demás estrellas, el camino que iban recorrieron en el cielo era el mismo sin despegarse una de la otra, marchaban despacio en su vuelo como si no quisieran que llegase su final, parecía como sus colas de haces de luz se hubieran entrelazado como las manos de dos enamorados fundiéndose hasta su final, me quede tan embelesado al ver tal belleza nocturna que me olvide de pensar y pedir un deseo, no tarde en reaccionar antes de  que las estrellas fugaces gemelas desaparecieran en el firmamento, mi deseo fue…

Pero un momento… recordé que había escuchado en más de una ocasión que si se contaban los deseos no se cumplirían.

Solo puedo decir que ese deseo que pedí aquella noche estrellada estoy segurísimo que se me hará realidad y si no es así, me conformare con poder seguir soñando despierto en las noches estrelladas.

 

Rafael Huertas 

lunes, 16 de junio de 2014

La libertad de mi tristeza


 
 

 

Tantos momentos acompañándome, tantos recuerdos vividos juntos y yo limpiando mis ojos resecos con lágrimas, unas lágrimas con sabor amargo por algunos momentos vividos, tantas veces te he ocultado dentro de mí con una sonrisa para que no dejasen de brillar otras.

Has vuelto a mi sin ser tú la culpable, quizás sea tu libertad tristeza, la culpable de tener presos mis sentimientos que expresan mi felicidad.

Una libertad sometida a las falsedades que vivimos, que hacen de nosotros estar presos a emociones que se pierden con el tiempo y que nuestra imaginación se quede desarropada de sueños, reflexiones y pensamientos.

No guardare bajo llave la máscara de payaso con la sonrisa pintada, tampoco ocultare mis lágrimas en mi corazon, cuando mis ojos se encuentren rebosados por ellas las liberare para que se deslicen por mis mejillas.

Solo quiero que me acompañes tristeza, cuando un amor resquebraje mi corazon, en un adiós sin desearlo, al ver lágrimas derramadas por las injusticias…

Solo te pido que no dejes que tu acompañamiento me haga entristecer porque si, sin razón ninguna.

Como tú, tristeza, luchas por tu libertad para acompañarme, yo seguiré luchando por la libertad de mi felicidad, esa felicidad arrebatada por ti en este camino tan largo que es la vida.

 

Rafael Huertas