No sabría decir cuál de los
dos cielos es más inspirador.
Los dos inspiran infinidad de
sensaciones, aunque los dos son el techo de la vida.
Los dos son cielos pero tan
diferentes.
Solo les distancia el tiempo,
esos instantes de tiempo que se dejan acariciar por el amanecer y el ocaso, el
tiempo hace de pintor para cubrirles de tonos diferentes.
Uno nos llena de vida, el
otro de sueños.
El de día nos acompaña con la
luz de un sol y nos ilumina por esos caminos a veces perdidos.
El de noche se deja acompañar
junto a las estrellas, y a veces le acuna la luna.
Dos cielos tan diferentes,
los dos coloreados por pinceles de pintores, y plasmados en poemas por
escritores.
Tantas miradas alzadas hacia
ellos intentando ver el final de su infinito.
Cuantos secretos esconderán,
que infinidad de dioses los custodian.
Un cielo de día y el otro de
noche, tan diferentes pero no tan distantes.
A uno de los dos suplicamos
por nuestras penas, esperando respuestas.
Al otro, desnudamos nuestro
interior para hacer ver nuestra felicidad.
A veces son nuestros
confesores.
Dos cielos que siempre nos
acompañan, tan diferentes y distantes.
Un cielo de día y el otro de
noche, dos cielos unidos por el hilo entre la luz y la oscuridad.
Dos cielos para acompañarnos
toda la vida.
¿Seran el mismo cielo
disfrazado o serán dos diferentes?
Rafael Huertas

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