sábado, 15 de febrero de 2014

La reina y el vagabundo


 

Todo empezó un día en el que un vagabundo estaba sentado en su banco con una libreta y escribiendo en ella, se levanto al pasar ella, arranco la primera hoja de la libreta la doblo y se la ofreció diciéndole –señora si es tan amable, me gustaría que leyese lo que hay escrito, pero no lo haga hasta antes de dormir, si le gusta me gustaría regalarle la libreta entera– la mujer se quedo extrañada pues creía que le pediría unas monedas a cambio, fue a echar mano a su bolso para darle unas monedas, pero el vagabundo al ver el hecho le comento –no, no quiero a cambio unas monedas, no se lo he dado con esa intención.

La mujer le dio las gracias y siguió su caminar.

Llego la noche y al acostarse la mujer desdoblo la hoja que le había entregado el vagabundo en ella ponía…

Ella era especial para él, vivían de sueños con la esperanza de que la fantasía nunca les diera la espalda.

Ella era la reina de un mundo en el que se vivía en sueños, fuera de ellos el tiempo pasaba sin más y ella como cualquier mujer de la vida real, con sus alegrías y desdichas.

Un día el destino quiso que se cruzasen sus vidas, ella viviendo en su reino de sueños y el vagando en el mundo real.

Ella al leerlo le pareció que podía ser el comienzo de una bonita historia y pensó en ir al día siguiente en busca del vagabundo para darle su opinión.

Al día siguiente después de salir del trabajo, se acerco al banco del vagabundo…

He venido a darle mi opinión, me ha gustado y creo que será una bonita historia.

Si no le es mucha molestia me gustaría regalarle mi libreta, en ella está el resto de la historia, pero le recuerdo que la lea antes de dormir como la primera hoja.

Muchas gracias lo hare ¿No será usted el protagonista de la historia, no?le pregunto.

Al final de la historia lo descubrirá le contesto.

Mañana volveré a verle y le diré que me ha parecido la historia según se alejaba, se iba preguntando si el seria el protagonista.

Llego la noche y la mujer se acostó, cogió la libreta, la abrió, pero era tanto el cansancio que tenia, que nada más empezar a leer las primeras palabras el sueño se apodero de ella y quedo atrapada en un sueño, donde ella era reina de un mundo de sueños, la fantasía desbordaba todos los rincones de ese mundo, en su reinado de sueños no faltaba ningún personaje de cuentos, en el sueño, esa noche en palacio se presento un trovador vestido de negro y una mochila del mismo color, dijo llevar historias de sus andanzas en su mochila para contar, la reina accedió a que se quedara en palacio, pero antes tenía que contar algunas de las historias que llevaba en su mochila, el trovador se acerco al trono y dejo a la reina su mochila para que ella escogiera la historia, esta metió la mano en la mochila y saco un pergamino al azar, se lo dio al trovador junto a su mochila y este se dispuso a narrar…

Hace un tiempo vivía un joven apuesto que le gustaba la escritura, en los alrededores de donde el habitaba vivía una joven bruja, la cual estaba enamorada de él, el joven no sentía ninguna clase de sentimiento por ella, era tal el acoso de la joven bruja que a veces el joven se sentía demasiado agobiado, harta ella de los desmanes del joven, decidió hacer un conjuro contra él, quedo una noche en un claro del bosque, una vez frente el uno del otro ella  se dispuso hacer el conjuro “Nunca jamás encontraras el amor en el mundo de los sueños” el joven al escuchar sus palabras se hecho unas carcajadas, la dejo en el claro del bosque y se encamino hacia su casa. Paso toda la noche escribiendo y al amanecer se despertó sobresaltado al sentir una presencia delante de la mesa donde se había quedado dormido, era una hada y se presento ante él para comunicarle, que el conjuro se haría real y le acompañaría durante toda su vida.

― ¿Quién eres tú? pregunto algo sobresaltado

―Soy tu hada y se del antídoto para romper el conjuro que te ha echado la joven bruja.

―Yo no creo en la brujería, pero ya que sabes del antídoto, ¿por qué no tenerlo? Y así estar preparado cuando me llegue el amor ―comento el joven algo preocupado.

―El antídoto lo tienes tú en tu poder, tu escritura es el antídoto, solo que tendrás que pasar una prueba para que haga efecto, tendrás que entregar una de tus historias a una mujer, si le gusta lo que lea de ti, se deshará el conjuro, pero tiene que ser en el mundo real― le explico.

― ¡Pero yo no sé cómo puedo ir al mundo real!

―Pasada esta noche estarás en el, te presentaras en el de vagabundo― le dijo.

―Pero de vagabundo nadie se enamorara de mí.

―La mujer que le guste tu historia no se enamorara de tus apariencias, si no de tu persona― le comento su hada.

Así acabo la primera parte de la narración del trovador.

Después de un descanso en palacio, se disponía a continuar con la narración el trovador, la reina le dijo que era ya tarde y tenía que descansar, que con mucho gusto escucharía la continuación de la historia al día siguiente, el trovador recogió el pergamino lo metió en su mochila y se retiro a sus aposentos.

Mientras en el mundo real era día festivo, al vagabundo le despertó el poco bullicio que había en la ciudad. La mujer al despertarse vio que estaba la libreta abierta por la misma página antes de quedarse dormida, se levanto y se preparo un café y mientras lo degustaba abrió la libreta y empezó a leer, pero… esto que estoy leyendo lo soñé anoche, no puede ser, si mal no recuerdo solo leí las primeras palabras mientras seguía leyendo sintió como las comisuras de sus labios le hacían brotar una sonrisa, según iba transcurriendo la trama de la historia, hacía mucho tiempo que no sentía lo que estaba sintiendo al leer la historia, sin perder tiempo se arreglo de una manera especial para salir, se acerco a ver al vagabundo, al irse acercando al banco donde se encontraba el, noto como sus mejilla se sonrojaban.

― ¿Le ha gustado la historia? pregunto él.

Sí, me ha gustado mucho y ya que se que eres tu el protagonista de la historia, las apariencias a veces engañan, me gustaría pedirte vivir junto a ti en el mundo de los sueños y soñar a tu lado en el mundo real.

 

 

Rafael Huertas

 

 

 

 

 

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