Me encontré un día atrapado entre recuerdos
en mi memoria, se encontraban atrapados momentos pasados de amor y desidia, no
sabía ni cómo ni donde ubicarlos, tu melena larga bailaba al son de la brisa y
no me dejaba verte ese semblante tuyo pincelado y querido por tantos pintores
enamorados por tu belleza.
Era tal el sufrimiento que me dejaste en tu
huida de mi vida que ya nada tenía sentido para mi, cada respirar era un
desgarro que sentía mi olfato al recordar el perfume de tu piel, los recuerdos
de tu voz al nombrar mi nombre eran como el martillear contra el yunque de un
herrero, golpeando un hierro caliente al igual que los impulsos de mi corazón
hacían de mis venas que fueran ríos de lagrimas sangrientas, te fuiste de mi
vida sin razón llevándote de mis dedos las sensaciones que sus yemas nunca
olvidarán.
Los días se me han hecho eternos, el tiempo
se paro con tu huida, el sol ha dejado de lucir ante mí, las noches han echado
el cerrojo a los amaneceres, los sabores en mi boca han desaparecido desde que
te llevaste el sabor de tus besos.
Mis pasos los doy sin caminar, con la
mirada baja solo veo fango sin tu pasear, no escucho pájaros cantar, en el arco
iris no veo brillar los colores, las hojas del otoño no chasquean al pisar, mi
vida con tu huida es toda un sin sentir.
Busco
en mis noches solitarias la sin razón de tu huida, en ellas embriago mis penas
de dolor con tus recuerdos, recuerdos con dolor en una oscuridad que ni la luna
es capaz de poner un minúsculo haz de luz, no sé si algún día encontrare la
razón de tu huida amor.
Mientras tanto seguiré soñando con tu
vuelta, mis brazos siempre los tendrás abiertos a tu ternura, seguirán siendo
como un muelle acogiendo en sus templadas aguas a sus veleros, seré como un
ángel con sus alas abiertas para cuando quieras volver amor, te regocijes entre
ellas.
Rafael Huertas

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