Mis
conversaciones con él, han sido siempre para comerciar sobre mi alma tantas
veces como he necesitado vendérsela, y os puedo asegurar que hasta el momento
siempre se ha portado bien conmigo, pero claro está, para ganarme su amistad
también he tenido que escucharle, como disfruta viendo que una persona sienta
el placer de asesinar cuando clava su cuchillo a su víctima y siente el frio
del metal, ver como manos frías estrangulan por mero placer o como disfruta
viendo el sufrimiento, el dolor y la agonía de personas que no se merecen tal
crueldad.
Su
sinceridad a veces me desborda aunque no esté de acuerdo en sus hechos, el sabe
que le escucho y no tengo reparo alguno en hacerlo, la verdad es que nunca me
atrevo a darle mi opinión sobre sus actos, pero después de tantas veces
viéndonos y negociando estoy seguro que sus razones tendrá, este equivocado o
no. No me considero juez, para juzgar a nadie y mucho menos sin saber las
razones de los porque.
Hubo en una
ocasión mientras me intentaba sonsacar para que quería venderle mi alma, que le
pregunte…
― ¿Desde
cuándo eres así y porque lo haces?― hubo un largo silencio hasta su
contestación, creo que su tardanza era porque no lo sabía.
―El tiempo
para mi es inexistente, no se cual es su valor― esa fue su respuesta a una de
mis preguntas, como imagine no sabía desde cuando, para lo que nosotros
entendemos como tiempo, al ver que a la segunda pregunta no me contestaba
insistí en ella
― ¿Porque lo
haces?
― ¿Hago el
que?―no sé, si hizo oídos sordos a la segunda pregunta o no tenia respuesta
para ella.
― ¿Por qué
haces tanto mal?― me atreví hacerle la pregunta de otra manera más directa.
―Mira, no
sabéis mas de mi, solo lo que os han hecho creer y os han inculcado.
¡Sí! es
verdad que disfruto de los malos actos de algunos mortales y es mi cometido
estimularles y digo estimularles porque te puedo asegurar que también ellos
disfrutan con esa clase de actos hacia sus semejantes, disfruto viendo horror
en las victimas, como piden piedad a la muerte para que no les lleven. Pero te
puedo asegurar que no soy quien aprieta el gatillo de las armas, ni quien
estrangula ni apuñala. Alguien me creo así para ello sin tener existencia, tan
solo en vuestra imaginación, no me puedo arrepentir de nada ya que me crearon
sin sentimientos de arrepentimiento, desde que el mundo existe siempre habéis
inventado culpables, no os habéis preocupado nunca del porque personajes como
yo, estamos en vuestras vidas, no sabéis o no os interesa saber si existimos en
realidad o solo somos personajes de invención por algún mortal― sus comentarios
a mis preguntas me dejaron frio como la losa de una tumba, nunca imagine que me
llegara a dar esas explicaciones y mucho menos en un tono más bien afable.
Las primeras
veces que tuve que recurrir a él fui con algo de miedo, si tengo que decir la
verdad, pero como no me fue tan mal en las negociaciones sobre mi alma, cada
vez que me tenía que encontrar con él, me fui acostumbrando cada vez más a su
presencia.
―Ahora me
toca a mi hacerte una pregunta― dijo mi amigo.
―Si se la
respuesta estate seguro que te la contestare sin ningún tipo de reparo― le
conteste.
― Según
vosotros yo soy el mal y no reparo en esparcirlo por el mundo, pero ¿Donde está
el que supuestamente representa al bien? Porque te aseguro que no me he cruzado
todavía con él, se que existe para vosotros como existo yo.
Me quede
pensativo con la mirada cabizbaja durante un momento mientras buscaba alguna
respuesta razonable a su pregunta y comentarios.
―Amigo mío,
no te preocupes por no saber darme una respuesta, no encontraras ninguna
coherente. Mientras el mundo exista y los días den paso a las noches, el mal y
el bien seguiremos existiendo de diferentes maneras.
Ya sabes
dónde encontrarme para cuando quieras negociar sobre tu alma, siempre que
aproveches lo que te doy a cambio como lo estás haciendo hasta hora, tu alma
siempre será bien acogida por mí y la tendrás a tu disposición cuando la
necesites.
Así fue y
así os he contado mi último encuentro con mi amigo el diablo y de una cosa
estaros seguro, es mejor ser amigo suyo que enemigo.
¡Y yo sí que existo!
Rafael
Huertas


