Hubo un
tiempo que los días no fueron fáciles para ella, su corazón dejo de sentir sin
saber porque, las miradas hacia ella eran cada día de mas indiferencia, había
dado todo lo que su gran corazón y sus sentimientos podían dar de sí, sus
sonrisas se iban apagando como un candil, sin que nadie se preocupase del
porque no brillaban ya sus sonrisas.
Cada día
tenía que luchar con el tiempo, un tiempo que para ella los días tenían menos
valor, transcurrian por su vida como los trenes que pasan por cualquier
estación fantasma.
Sus
recuerdos se nublaban con lágrimas, al recordar los abrazos que recibía y el
trato que tenían hacia ella los que hacían de su vida un sueño, ese sueño de
vivir la vida con la felicidad de ser amada y ser tratada como se merecía,
sentía como si los que la rodeaban ya no sentían los latidos de su corazón y la
fueron apartando de su propia vida.
Así fue como
transcurrió una época de su vida, como una muñeca de trapo.
Así fue como
me relato una época de su vida, ella una mujer que vio en momentos como su vida
dejo de tener valor, pero el destino hace a veces que la vida te ponga algo por
lo que luchar y a esa mujer le puso algo en su vida…, unas muñecas, pero no
unas muñecas cualquieras, unas de las que les late el corazón y dan vida a los
que las rodean, fueron las que por ellas tuvo que seguir siendo una muñeca de
trapo con la que jugasen y a la vez hicieran el milagro, y aquella muñeca que
no sonreía ya no dejaba de hacerlo, los abrazos de esos regalos llamadas nietas
hacían que se sintiera mas muñeca que nunca, sus sonrisas también se nublaban,
pero por las lagrimas que le inundaban el corazón de alegría y por el cariño
que recibía de ellas.
Así es la
vida, por muy duramente que nos trate siempre tenemos que seguir viviéndola,
puede haber alguien que en algún momento te devuelva la sonrisa para que tu le
hagas sonreír también.
Rafael
Huertas

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