martes, 22 de enero de 2013

Una noche cualquiera La leyenda de Niyol





 

 

Hace muchísimas lunas.

En un poblado Navajo, cuentan que una noche en la cual rugieron los espíritus del viento, nació la hija de un gran jefe, la llamaron Niyol (Hija del viento). Desde pequeña su pasión eran los animales y la naturaleza, cuentan que era capaz de comunicarse con ellos atraves de la mirada. Con los años se hizo una joven hermosa, de ojos grandes y algo rasgados de color azul celeste, una gran melena larga que se dejaba acariciar por la brisas, llevaba una cinta rodeando su frente, dicen que la cinta y un colgante que llevaba con un colmillo de lobo, eran de un gran brujo antepasado suyo que tenia poderes para comunicarse con los espíritus de los animales.

Su padre el gran jefe Kostichi, en su mayoría de edad le regalo a Niyol una lobezna la cual la acompañaba allá donde fuera, Niyol la bautizo con el nombre de Yuma.

Un día en unos de sus largos paseos a caballo se adentro en un gran bosque de hayas, una vez en el corazón del bosque se acerco a la orilla del río que lo cruzaba para que bebiera su caballo, su amiga Yuma de pronto se puso delante de ella aullar protegiéndola y a gruñir enseñando sus grandes colmillos y con la mirada fija a la otra orilla, cuando de pronto...

En la otra orilla vio como hacia lo mismo un joven cazador de otra tribu, el joven cazador se dispuso a cruzar el río para saludarla de cerca, sus miradas se cruzaron de tal forma que Yuma dejo de gruñir, que sería lo que noto Yuma que hasta se dejaba acariciar.

El era un joven cazador, con una melena por encima de los hombros, de ojos negros y grandes, fuerte, de piel curtida

-Mi nombre es Artax, hijo del gran jefe Dozzhaahii (Caballo salvaje) ¿Y el tuyo?...

-El mío es Niyol, ¿Qué haces por estas tierras?

-Estoy de cacería, para llevar comida a mi poblado.

-¿Si me dejas? me gustaría acompañarte aunque no es de mi agrado ver matar a animales, aunque comprendo que es la ley de nuestra naturaleza, siempre y cuando no se haga por placer de los humanos.

Después de mucho caminar por el bosque, no encontraron nada que cazar, la noche se echaba encima del bosque y cada uno tenía que volver a sus poblados.

Quedaron en verse al día siguiente, en el río.

Amaneció el día siguiente con un radiante sol, despertado por los sonidos que venían del bosque, corría una ligera brisa que hacia bailar la alta hierba de la pradera.

Con los primeros rayos del sol, Niyol despertó a Yuma, cogió su caballo y como nunca había cabalgado, a la velocidad de un rayo, fue a su encuentro con Artax.

Nada mas cruzar el río, vio como Artax recogía su manta y su arco.

-¿Has dormido aquí? Le pregunto Niyol

-Si, no quería llegar tarde a nuestra cita..., le contesto Artax con la voz entrecortada y el semblante sonrojado, no podía disimular su enamoramiento hacia ella.

Se adentraron de nuevo en el bosque en busca de una buena pieza, Yuma y los caballos se quedaron en la orilla del río, para no espantar a los posibles animales que se cruzaran en  la cacería.

Se escondieron detrás de uno matorrales frondosos, esperando...

De pronto..., apareció un gran alce, por su cornamenta era ya bastante adulto y una buena pieza para dar de comer a su poblado. El preparo su arco con una flecha bien afilada, después de un instante apuntándolo disparó dando en el blanco, el alce estaba herido de muerte y para que no sufriese, rápidamente saco otra flecha la disparo y el animal cayo muerto.

Los dos se dirigieron hacia el río, ya que Artax tenía que arrastrar el cadáver del animal, con su caballo hasta su poblado. Niyol aguanto sus lágrimas delante de la presencia de Artax, no quería que viese el dolor que sentía, aunque ella entendía que esa muerte era necesaria para el sustento de su pueblo y así seguir, con las reglas impuestas por la naturaleza. Artax disimulo, como si no se hubiera dado cuenta de su dolor. Al llegar al río, Artax la pregunto...

-Niyol. ¿Quieres que te acompañe, hasta tu poblado?

-No gracias, en tu poblado te estarán esperando, pero si quieres quedamos de nuevo mañana me gustaría enseñarte, desde donde sueño que vuelo..., contesto Niyol.

-De acuerdo, si quieres quedamos en tu poblado.., dijo Artax.

Niyol subió a su caballo acompañada de Yuma y se dirigió al risco mas alto dando un rodeo al poblado, acompañada de Yuma empezó a subir hasta lo más alto. Una vez alli  rompió a llorar por la situación vivida. Las vistas desde lo alto, eran de las más espectaculares que se podían ver. Se veía, desde la gran llanura árida, su poblado, el bosque y una extensísima pradera con cientos de cabezas de búfalos y caballos salvajes. Así era el lugar que se divisaba desde lo alto, desde donde Niyol soñaba con algún día volar.

Con su compañera Yuma sentada a su lado y con la mirada perdida hacia el horizonte, Niyol se dispuso a cantar un canto indio implorando al viento.

Cuando de pronto una suave brisa empezó a ondear su melena, en lo que ella continuaba con su canto, la brisa paso de ser suave a ser un fuerte viento, se formo un remolino de color gris alrededor de su cuerpo, de pronto dejo de escucharse su voz, se empezó a escuchar en todo el valle del poblado, los aullidos de Yuma.

De pronto un silencio se apodero del lugar y se escucho…

-Niyol... Desde ahora pertenecerás al mundo de los espíritus indios, serás el espíritu del viento

Al día siguiente Artax, se presento a buscar a Niyol tal y como habían quedado, se dirigió a la tipi del gran jefe Kostichi.

-Me llamo Artax, soy hijo del gran jefe Dozzhaahii, vengo buscando a Niyol me dijo que me llevaría al lugar donde ella sueña con algún día poder volar.

-Ella no durmió en el poblado anoche, imagino que abra pasado la noche en el gran risco, aunque la tengo prohibido que suba ella sola alli, es un lugar sagrado donde imploramos a nuestros espíritus guardianes..., contesto Kostichi.

Artax se dirigió hacia el gran risco en busca de Niyol, en la subida vio como sobrevolaba una gran águila, su vuelo era majestuoso surcando en las alturas. De camino ya casi en lo alto vio a Yuma acercarse hacia el, se puso a darle con su hocico en las piernas como queriéndole decir algo, Artax quiso entender que la siguiera ya que el camino hasta la cima era algo escabroso y peligroso.

Una vez en el pico más alto, vio que Niyol no se encontraba alli.

El quedo asombrado de las vistas tan fantásticas, que se veían desde lo alto.

De pronto se levanto algo de viento, empezó a escuchar un canto con la voz de Niyol, el sintió la presencia de ella.

-¡¡Niyoool!! ¡¡ Niyoool!! Grito desesperadamente cuando de pronto..., empezó a levantarse un fuerte viento, el mismo remolino que se formo cuando desapareció Niyol, se volvió a formar, alli estaba ella como suspendida en el aire y con unas grandes alas de águila, no daba crédito a lo que estaba viendo.

-Atarx perdóname, pero este era mi destino desde que nací..., siempre que galopes por las grandes praderas y bosques, yo seré tu acompañante. Le dijo Niyol...

Fue cuando el se dio cuenta, que el sueño de Niyol se había hecho realidad y que ya pertenecía al mundo de los espíritus indios.

Bajo rápidamente de los riscos, para dirigirse al poblado de ella para comunicarle a su padre, lo vivido.

Se monto en su caballo, una vez en la gran pradera y galopando tan deprisa como nunca lo había hecho. Vio en la lejanía como se iba formando una gran nube oscura, una vez debajo de ella, sintió como su caballo y el eran absorbidos por algo sobrenatural y escuchando una voz que le decía...

-Artax... Ha llegado tu momento de pertenecer como lo ha hecho Niyol al mundo de los espíritus indios, tú serás el espíritu de la amistad, prudencia y honor. Te convertirás en un caballo pura sangre indio. 

-Así, fue como Niyol y Artax se convirtieron en unos espíritus, para ser invocados cada vez que nuestros pueblos indios necesiten de ellos, siempre estarán juntos ella convertida en una gran Águila surcando los cielos, velando por los intereses de la naturaleza al igual que el, convertido en un veloz caballo blanco con manchas negras.

Nunca temáis a nuestros espíritus, se han ido convirtiéndose así desde que nació la primera Luna.

Así fue como acabo la leyenda el viejo brujo del poblado Wahkan.

 

 

 

 

 

 

Yo después de al experiencia vivida en el sueño, os puedo decir que a partir de ahora tendré mas en cuenta los mandamientos indios.

Trata la Tierra y a todo lo que hay en ella con respeto.

Muestra gran respeto por tu semejante.

Trabaja junto para el beneficio de toda la Humanidad.

Da asistencia y cariño donde se necesite.

Haz lo que creas que está bien.

Mira después el bienestar del cuerpo y la mente.

Dedica una parte de tus esfuerzos al bien común.

Sé sincero y honesto siempre.

Hazte responsable de tus actos.
Rafael Huertas

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